Luego de una ausencia que duró un poco más de 12 años, la Liga Árabe efectivizó la vuelta de Siria como miembro. La resolución, que llevó «años gestándose” tuvo como punto de partida la necesidad de desarrollar una comunicación más directa y colaborativa. Así, se refuerza la idea de un eje oriental.
En el año 2011, y luego de que un levantamiento pacífico contra el dictador sirio Bashar Al Assad se convirtiera en una sangrienta guerra civil, La Liga Árabe, organización de cooperación regional de 22 miembros, decidió suspender la permanencia de Siria como forma de manifestar su desacuerdo ante la situación.
Según expertos, el “impulso final” se aceleró debido, en parte, al “creciente distanciamiento entre los países occidentales y la región, así como a una mayor competencia por la influencia que no solo incluye a actores más locales como los Estados del Golfo e Irán, sino también a Rusia y a Turquía”.
Las potencias regionales, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, decidieron que apartar a Siria no resultaría beneficioso considerando que el régimen de Assad no desaparecerá en un corto lapso de tiempo. Es por esto, que la reincorporación se gesta tras un deseo de forjar los lazos comunicativos entre las regiones.
Otro de los objetivos, además, sería reducir el impacto y la influencia de países como Irán y Turquía, a pesar de que la decisión de la Liga sea con fines “simbólicos”. No se descarta que la nueva incorporación genere revuelo en algunos ámbitos, sobre todo en los políticos y económicos.